martes, 29 de abril de 2014

Las Punks

Entro al bar
otro invierno en las trincheras
y me acuerdo,
bayoneta de vidrio,
pelo rosa, vestidos celestes
y punk de 8 bits.
Jugabas a ser rapaz, pequeña,
rapaz, rapaz
pura caricia.
Esa noche incansable, contadas con la mano
pasaste la mano al pelo del diablo
riéndote con esa cara plástica,
que siempre me dio intriga.
Tomamos un par de cervezas
y volví casi ebrio, triste
a mi casa,
acabé de mamarme con los del kiosco de enfrente
y me acosté a dormir, desmayado,
más roto que el vidrio del local,
esperando que me perdonaras.
Alguna peca disfrazada de amistad
nos habrá peleado con el tiempo.
Eso mentiremos, pero la realidad es que no cabíamos
yo y tu ego
en el pequeño espacio de tu cuerpo.
Ahora que tomo cerveza con esta niña de pelo rosa,
versión céramica, rebajada con agua
del veneno sutil de tu mente
(esta tampoco va a acabar bien)
pienso si acaso alguna vez creciste
o si quedaste muñeca
esperando saber 
si hubiéramos aguantado el invierno.

viernes, 18 de abril de 2014

Sombra

Un ojo rodeado de negro,
pintura como brotes de una planta siniestra,
el otro cerrado apoyado contra la sábana, 
no me observa.
Me levanto así ella
puede vestirse,
hago café.
Ella no lo toma, está apurada,
se tiene que ir.
En su casa, 
la gata negra duerme en su cama
y no le cuenta a sus padres que no volvió anoche.
Se vá,
yo me quedo.
No puedo llamarla, ni escribir,
la molesta.
Hablaremos luego,
cuando Sombra le muerda los pies.

viernes, 11 de abril de 2014

A mi memoria

Mi memoria olvida que comió anoche,
cuantos sueños se quedaron en la lata de duraznos
y nuestro aniversario.
Es la alguien que no baja la tapa,
la de un joven que se tatúa extraños signos en el cuerpo,
para recordarse cuando sea viejo
que tuvo sueños de niño 
y miedos de hombre.
Es aquella que recuerda 
niñas sonrientes 
vistas una noche,
Pero olvida como empezaban esos cuentos, esos poemas, 
en cajas polvorientas,
escritos cuando la ciudad era algo nuevo y misterioso
y me invadía el estupor 
de no saber que pasaría mañana.
Mis recuerdos aparecen rápido, 
cuando veo un pantalón, una remera, un cuaderno,
marcas de lo irreal, 
cuando yo era otro y el mismo.
Sonrío y los meto en una bolsa. 
Mi memoria es una que nunca olvida,
solo que a veces no se acuerda.

miércoles, 2 de abril de 2014

Puertas

-Todos dicen que parezco más chico-
Ella se ríe, se rasca la cabeza.
-Estás embalsamado,
vendando en blots de Hofmann,
macerado en cerveza.-
Pero la paciencia de Dios tiene límite,
las canas siguen saliendo.
Antes, cuando lo sabía todo,
y jugaba en un mundo predecible, 
era cada vez más joven.
Ahora no puedo ver a través de las puertas,
sólo queda tocar.
El mundo es más terrible, más divertido 
de esta manera.

Preguntas

¿Quién cubre a Dios,
cuando sale de vacaciones?
Nadie, gritamos a coro
mientras huimos bajo tierra.

jueves, 27 de marzo de 2014

Santuario

Nos refugiábamos en tu habitación,
donde se mezclaban
el rosa,
las púas sin usar
y las camisas a cuadros que me robabas.
La cama estaba rota
pero no nos importaba:
desde el suelo, el lugar parecía más alto,
nosotros más pequeños,
como antes.
La puerta apenas abría.
Mejor.
No podían entrar a molestarnos.
Adentro había CDs,
tabaco para la cachimba, Bukowsky y ácidos,
no queríamos salir.
Habitábamos cuatro paredes
de destrucción y optimismo,
donde tu niñez se arrugaba en un placard.
Dormíamos mirando entradas en un telgopor
-siempre me dieron impresión,
me recordaban polillas clavadas con alfileres-
y guitarras
que intentábamos tocar.
Cuando te fuiste a estudiar
tu madre ordenó un poco,
pero todo quedó casi como estaba.
A veces tus padres visitan el lugar.
Extrañan a la nena
y esperan que vuelva

a su Santuario

miércoles, 26 de marzo de 2014

Las Punk

Entro al bar
otro invierno entre las trincheras
y me acuerdo,
bayoneta de vidrio,
pelo rosa, vestidos celestes
y punk de 8 bits.
Jugabas a ser rapaz, pequeña,
rapaz, rapaz
pura caricia.
Esa noche incansable, contadas con la mano
pasaste la mano al pelo del diablo
riéndote con esa cara plástica,
que siempre me dio intriga.
Tomamos un par de cervezas
y volví casi ebrio, triste
a mi casa,
acabé de mamarme con los del kiosco de enfrente
y me acosté a dormir, desmayado,
más roto que el vidrio del local,
esperando que me perdonaras.
Alguna peca disfrazada de amistad
nos habrá peleado con el tiempo.
Eso mentiremos, pero la realidad es que no cabíamos
yo y tu ego
en el pequeño espacio de tu cuerpo.
Ahora que tomo cerveza con esta niña de pelo rosa,
versión céramica, rebajada con agua
del veneno sutil de tu mente
(esta tampoco va a acabar bien)
pienso si acaso alguna vez creciste
o si quedaste muñeca
esperando saber
si hubiéramos aguantado el invierno.